La fauna se duerme adentro de la pecera.
La fauna medita, entrecierra los ojos. Trata de recordar cómo fue que llegó acá.
Un deseo. Un avión. Otro deseo. Una entrevista.
Y la fauna ya habitaba la pecera de cristal de 3 a 9.
Trataba de salir de ahí; muchas veces. Pero no lograba nada. Sólo pensaba cómo hacer para escapar del universo perfecto de los perfumes y las cremas para el bigote.
-No hay nada más que se pueda hacer,- pensó. Intentar escapar, esperar a mañana.
Querer salir.
Los días de sol, estas eran las cosas que pensaba la fauna en la pecera,
rodeada de otras faunas.
2 comentarios:
suerte que algunas "faunas" tienen corazón
suerte que existen las peceras para recordarnos que existen los mares
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