27 septiembre, 2004





Bajo este cielo

volaron los relámpagos y el fuego

fueron suyos los tambores

y nuestros los silencios

y los muertos.




Bajo este mismo cielo

pero con otras nubes,

mataron a otros voces,

sufrieron las torturas,

gritaron los encierros.



Todos y cada uno

de los que no eran eso

recibieron el impacto del acero,

por no serlo.



Y ahora, también bajo este cielo,

se está haciendo un silencio diferente,

desconocido,

de generación muda

que olvida sin saberlo,

directos al abismo.



Somos nosotros



por lo que muchos lucharon antes.

Nuestro futuro costó presentes

a tantos

que el recuerdo duele

porque está vivo.



Desde el eco de ayer gritan

que tenemos el ahora,

que podemos vivir bajo el relámpago

a pesar de nosotros y del mundo.



Este mismo presente que llora y pasa hambre,

que duerme y tiene sed,

y sufre imposiciones

transparentes,

este pobre presente sin arreglo

es nuestro.

Igual que el turno (dejado en herencia)

de no dejarse

herir, odiar, vaciar,

de no dejar

que nos gane tanta mierda

no volvernos a la sombra,

sino volver de ella.



Pagar y dar el cambio

de algo que no compramos

sería un buen comienzo

en medio del carrete.









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