27 noviembre, 2004

Prólogo a la obra De ovejas que rompen el contrato onírico.



Por Ute Nosesabe el Apellido, diplomada en Ciencias Oníricas, insomne a tiempo parcial.



¿A quién se le orcurrió que contar un número indeterminado de ovejitas saltando una valla podía funcionar sin contratiempos?

A mi no me funciona. Tengo un problema con las ovejitas. Mejor dicho, ellas tienen un problema conmigo. La cosa viene bien al principio, una, dos, tres, cuatro...y la quinta se lleva por delante la valla. Seis, salta, va subiendo y no cae más. La siete tarda un montón en bajar, la pierdo del campo de visión. Viene la octava, se me lleva la valla por delante y pasa de largo.

Arreglo la valla, 9, 10, 11, 12....12? ¿Donde está la siguiente? No quiere venir. Ah bueno. Treceava oveja, no quiere saltar y pasa por al lado, tranquilamente. La catorceava que viene a toda velocidad se le cae encima cuando todavía no se había ido. Luego dos ovejas de golpe, y dan una voltereta en el medio. Triple mortal, caída impecable. Así hasta que quiero dejar de contar ovejas y no puedo porque siguen saltando. De lo que se deduce que puede haber gente a quien le sirva: les ganan por cansancio.

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