05 abril, 2005

shhhh...

Se levantó. Se dio una ducha. Recogió su cabello con cuidado y eligió los pendientes azules. Antes de salir de casa atrapó al vuelo la bufanda amarilla, era un día frío. Cuando bajó del metro, caminando entre la multitud notó el ruido que lo envolvía todo: ruido de gente, ruido de niños, de coches y bicicletas, gritos, teléfonos, cerebros procesando. Y se paró ahí en el medio, del lado del sol: Basta.

Silencio.

Desde ella se extendía a todos los que la rodeaban. Se siguió expandiendo.

Silencio.
Llegó a las últimas fronteras unas horas después de comenzar. Y entonces, cuando sólo se oían las nubes sobre la tierra, volvió el ruido a la inversa. El silencio se fue retirando hasta llegar de nuevo y quedarse en su interior

donde ni siquiera ella podía tocarlo.

catarsis. 4.3.2005

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