24 julio, 2006

Un odio te encontró y se te llevó el mundo.
Hay que tener cuidado con los odios. Viajan por el planeta a velocidades exhorbitantes. Se debe ser muy rápida para evitarlos. No es que tengan una forma definida, pero cada tanto, depende dónde estén, toman el aspecto y el color del continente. Impactan contra el cuerpo a una velocidad de mas de mil metros por segundo, y se te quedan ahí. Se incrustan, digamos. Si no se los saca a tiempo, hacen un agujero hacia el otro lado, para salir y seguir girando por el mundo.

Los odios no están nunca quietos. Cuando están adentro, van avanzando, avanzando...y una nota como duele más, más más...si tenes suerte te tratan el mismo dia, y la recuperación puede ser relativamente fácil. Relativamente, si, es una palabra curiosa. Si no, o te morís, o vivis con el agujero que te deja, para toda la vida. Hay mucha gente así en rehabilitación. A la segunda semana los dejamos salir a la calle, llevar vida normal, como se le dice. Vos ves a la gente caminando con un nosequé que no sabés especificar, como perdidos, o grises...a veces es mas extremo. Esos son los que fueron encontrados por un odio.
Vos tuviste suerte, te agarramos a tiempo. Te encontraron tirado en la vereda enfrente del quiosco, inconsciente. Tenés que estar más despierto, si vas tan distraído te agarran.

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