28 julio, 2004

Perdiendo los papeles...

Esto no tiene nada que ver con lo otro. Ni nada que ver con nada más que con mi reciclaje mental (ver post de abajo antes). Qué quilombo. Qué importa.


En cualquier momento se presenta un vendaval y se me lleva quién sabe adónde. Y en el medio, volando, voy a encontrarme con una vaca, cómo no. Después un pez que se llame Nemo. Él no tiene la cupa de llamarse así.
Voy a aterrizar en el jardín de una viejecita con poncho y mecedora que toque la guitarra (la viejita, no la mecedora) y cebe mate en ruso, que escuche rock a la hora de la siesta, y jazz al atardecer. Me enseñará a tejer y a hacer magia con las manos. Taimen habrá un viejito que le cambie a escondidas el rock por Vinicius de Moraes (pero ella no se va a enojar, le gusta Vinicius) y un perro telepático como compañero.
Y después, después de todo esto, me voy a despertar.



PD: en la misma cama antigua, porque la viejita volvió a poner Led Zeppelin a la hora de la siesta.

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