27 julio, 2004

Y yo todavía despierta

Ya está, ya elegí. Me quedo con la otra parte, la más chiquita. La que está llena de luz, esa de ahí. Si no me la quiere dar voy a tener que llamar a la encargada. No señor, yo no pagué por esto, y por eso lo reclamo. Lo reclamo, me escuchó bien. Por desgracia para ustedes leí la letra pequeña del contrato con el mundo, y sí que puedo elegir, no se hagan los boludos, deme la entrada, así voy yo misma. Ajá. ¿Así que no puede? ¿Por?
Qué pasa, ¿le comió la lengua el gato? Ahhhh es eso, no lo dejan hablar. No ve, debería dejar este trabajo, no le conviene. O a usted le gusta que no lo dejen hablar. Si es importante me lo tiene que decir, lo pone el contrato. Ahí lo pone, fíjese. A ver.
¿Que por esa puerta no es absoluto? Y bue, mejor, así se aprecia lo que hay. Lástima que se vuelva de golpe de vez en cuando, si fuera gradual todavía. Igual, déjeme pasar. No tengo equipaje, ¿ve?
¿No quiere venir conmigo? Anímese, no tiene nada que perder. Ya probó esta parte, y además se dio cuenta de que usted no está hecho para vivir aquí, para este trabajo. Vamos, deme la mano, rápido, antes de que se arrepienta. Para hacer esto hay que venir con impulso, si te ven con pocas ganas no te dejan pasar después. Pero sí, échele ganas. Vamos. ¡Vamos! Cuando diga tres, no tenga miedo, ahí hay luz, lo sabe. No mire atrás, y suelte eso, no lo va a necesitar. Parece increible che, tanto tiempo trabajando acá y todavía querer cargar con eso...¿Ya está? Mejor. Ahhh, qué linda sonrisa! Así sí. Bueno vamos. Un, dos...tres!

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