12 agosto, 2004

'Come you masters of war'... pero hasta ahí nomás

Pueden estar seguros de que tienen razón, que su verdad es la única, que los demás están equivocados. Pueden matar con tiros o con palabras, con gestos. Pueden despreciar lo que quieran. Lo que nunca van a conseguir, es lo que buscan. Nunca un ser humano va a estar por encima de otro, nunca una idea va a justificar una vida. Que juzguen y condenen desde dentro, que castiguen, incriminen, que sean ciegos reincidentes del alma o sádicos sin nombre. Eso es insignificante. Tan insignificante como las palabras que usen, los silencios que controlen, las voces que impongan. Nada, absolutamente nada puede parar el mundo, porque está en movimiento desde antes de que entiendan antes.



El caos se escapa a su control, y estamos viviendo en el caos, en el orden inexplicable, de modo que los que se crean mejores, que levanten la mano; la vida, las vidas, se encargarán de bajarlas y hacerles ver, ciegos de corazón, que lo único que vale en todo esto es el amor, precisamente porque no vale, no puede ser creado, aprobado, rechazado o muerto. Porque no es mejor ni peor. El amor sólo es, y jamás van a conseguir que no sea; no podrían. Si lo hicieran, no estarían acá, qué paradoja, y yo no estaría escribiendo esto.

Y si en toda su triste vida, con el único sentido de cañones y balas, se encuentran por casualidad con su destino, más les vale vaciar todo el cargador de golpe y tirar el arma al suelo justo antes de quedarse mudos y volver hacia adelante.



A lo mejor no entienden lo que significa una vida. Si lo entendieran, tristes hombres oscuros, no serían oscuros.

El que haya pegado un tiro, el que haya buscado un objetivo para su miedo, no sabe, pobre triste, hacer el amor, y no sabe que sus armas en realidad son de agua. No sabe que cada uno de sus tiros fue de vuelta para su conciencia, la que no conoce.




Cada segundo nace un ser humano, y de los que cada segundo mueren por ustedes, muchos no se van a ir. Para recordarnos que acá se viene a vivir, no a matar, y que la divinidad humana existe para otra cosa; para nacer, no para decidir quién muere, para crear, para crecer, no para aniquilar.

Entonces no esperen de nosotros, como respuesta, más que una cosa: amor.





No hay comentarios: