21 octubre, 2004

¿Quién se perdió en Buenos Aires?



Hará unos dos meses me estaba por ir a dormir cuando de golpe me sentí como si hubiera estado perdida en Buenos Aires de chiquita, cerca de una avenida a la noche. Algún árbol y luces, ruidos y el viento. Fue esa sensación muy especial, como los recuerdos que te asaltan por sorpresa, perfectamente nítidos y razonables. Sólo que nunca estuve en Buenos Aires de noche, ni de chiquita, de eso estoy absolutamente segura. Ni me perdí. Pero la percepción fue una sola sensación que contenía todo eso. El "recuerdo" vívido, la sensación y las imágenes. Muy raro.



Hace unos días me volvió a pasar. Pero esta vez fue diferente. Estaba colgando la ropa al anocher y me sentí en un pueblo, con las montañas contra el cielo, el fuego, el silencio especial del campo y ese sentimiento de melancolía y de desamparo que me agarra cuando estoy en el campo (ahí sí estuve, pero parecía otro lugar). Aire, también del campo, todo desde mi balcón con olor a smog y luces de ciudad, y ruidos de bocinas y televisores de los vecinos. Casi como cuando un día navegando por internet sentí sabor a paté en la boca, así nomás, leyendo un cuento (que no hablaba de eso) después de lavarme los dientes. Y hace años que ya no como más paté.



O unos cuantos meses atrás en clase, escuchando a mi profesora que hablaba de Rusia y las revoluciones, me vino a la boca sabor a yogur de vainilla. Cucharada a cucharada, era un yogur de vainilla. Tampoco se explica, acá no los vendían todavía.

Me pregunto (aunque casi tengo la certeza) si alguien más vive conmigo desde otro lado, o quizás soy yo, desde otras vivencias, que me hago compañía y me doy datos curiosos.

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