04 mayo, 2005

Y llegó la mañana y el mundo estaba torcido.Ligeramente inclinado...para todos lados. Un escalofrío le recorrió el cuerpo. Vio por el reflejo del vidrio cómo se agolpaban los fantasmas a sus espaldas. No se giró, no hacía falta. Y empezó a caminar. Serena, etérea. Se movía entre la gente sin moverse, de manera hábil. Nadie la observaba en aquél momento: era una medida del alma. Pocos podían soportar el espejo, muy pocos podían mirarla a los ojos.

Los demás sólo la sentían pasar. Notaban su presencia como un aire brillante, y sentían miedo, sin embargo. Seguía caminando. Sin pausa, ese era su destino: fabricar los pasos que la llevarían a sus pasos. No se paraba ante nadie, nadie se paraba ante ella. No era orgullo: seguía caminando.

No se conoce el fin de esta historia porque quien la escribe (de oido) sólo pudo sentir cómo pasaba. El resto se perdió en el olvido.




y acá volví nomás: de momento el blog está así, medio...eh: naranja.

sin archivos, sin pasado.


Gracias por estar ahí :)

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